“Malova no cumple”, dijo la madre de desaparecido antes de ser ejecutada; su sepelio en Culiacán se vuelve protesta

14/05/2014 - 11:05 am
Foto: Noroeste
El sepelio. Foto: Noroeste

Ciudad de México, 14 de mayo (SinEmbargo/Noroeste).– Familiares, activistas, amigos y civiles salieron esta mañana a las calles de Culiacán para exigir justicia por el asesinato de Sandra Luz Hernández, madre de un desaparecido que fue ejecutada el pasado lunes en plena luz del día, luego de reunirse con autoridades de la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa (PGJ).

Los ciudadanos se dirigen rumbo a una misa en la iglesia de La Lomita, para posteriomente acudir al panteón donde será enterrada la activista.

Durante el camino, lanzaron consignas de reclamo y demandan justicia por el crimen, que de acuerdo con datos de la Procuraduría General de Justicia del estado, es el feminicidio número 35 del estado en lo que va del 2014.

En total, 37 mujeres han sido asesinadas, y sólo se han capturado a 17 presuntos responsables.

La organización Madres con Hijos Desaparecidos a la que pertenecía Sandra Luz también exigió que el gobierno dé la cara. Exigieron que el Gobernador Mario López Valdez “debe presentarse y rendir cuentas sobre el caso”.

“Que el Gobernador [Mario López Valdéz, “Malova”] dé la cara, que la dé porque nunca la ha dado, que la dé porque nunca nos ha querido hacer caso, por eso está pasando todo lo que está pasando, porque desde que entró jamás hemos tenido un apoyo de él, un apoyo nunca”, dijo una de las activistas.

En una entrevista realizada por Noroeste a Sandra Luz  [se publica íntegra más adelante en este mismo texto], ella misma se quejó de que el Gobernador no cumple.

Otra mujer que pidió el anonimato, dijo que el asesinato de Sandra Luz pudo ser una advertencia para que se callaran:

“Yo pienso que a lo mejor esto que está pasando es para que nos callemos, es el mensaje que nosotros interpretamos, que nos callemos, que dejemos esto, que no pase nada, que ya no sigamos adelante; yo le llamo a que no nos quedemos callados y dejar de buscar un familiar”.

Sandra Luz se convirtió en activista e investigadora a partir de que su hijo, Édgar García Hernández, empleado de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), desapareciera el 12 de febrero de 2012, cuando personas armadas irrumpieron en su casa y se lo llevaron de manera forzada.

Desde entonces comenzó a buscar y seguir pistas y se unió a otras madres con hijos desaparecidos. Protestó, marchó, sostuvo encuentros con autoridades. Todo en vano.

De acuerdo con testimonios recabados por Noroeste, el domingo 11 de mayo una persona se acercó a Sandra cuando se encontraba en un centro comercial. Le dijo que conocía a alguien que podía decirle dónde se encontraba Édgar, su hijo.

Por  la mañana de este lunes, a las 11:30 horas, sostuvo una reunión con funcionarios de la PGJE y, al salir, se dirigió al Ayuntamiento de Culiacán donde estuvo unos minutos con los pepenadores que mantienen una huelga de hambre.

Entonces recibió la llamada que le indicó dónde sería el encuentro con el supuesto informante. Le reunión sería en un punto de la Colonia Benito Juárez.

Junto a una compañera activista abordó un camión urbano. Al filo de las 16:00 horas caminaba junto a su acompañante por la calle Constitución, esquina con 20 de Septiembre, cuando apareció su victimario quien le disparó en la cabeza, según la versión de algunos testigos y autoridades.

En el lugar, los peritos de la PGJE recogieron 15 casquillos de pistola calibre .9 milímetros.

DESAPARICIONES SON “NORMALES”

El diario Noroeste publicó una entrevista que realizó la periodista Norma Sánchez a Sandra Luz el año pasado donde denuncia que para el gobierno, son normales las desapariciones:

ENTREVISTA ÍNTEGRA:  

Sandra Luz Hernández se niega a quitarse los lentes oscuros que ocultan esa profunda tristeza que sólo los ojos de una madre con un hijo desaparecido pueden llegar a reflejar.

Es 8 de agosto de 2013, siete meses y 17 días antes de su asesinato. Se encuentra en la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa, acomodada en una silla y concediendo una entrevista para un proyecto editorial inédito sobre eso, sobre desaparecidos en Sinaloa.

Afuera cae la tarde calurosa de un otoño de Culiacán. Sandra Luz suspira antes de comenzar una conversación sobre el viacrucis que ha pasado desde el 12 de febrero de 2012, cuando a su segundo hijo, de cinco, se lo llevaron unas personas armadas.

Desde entonces, Édgar García Hernández, de 25 años, desapareció, y en su madre, apareció una activista que en el camino encontraría a otras mujeres que pasaban por lo mismo: las Madres de Hijos Desaparecidos.

Lo primero que describe en la conversación es el primer encuentro que el grupo de madres como ella consiguió con el Gobernador Mario López Valdez, gracias al apoyo de los defensores de derechos humanos, Óscar Loza Ochoa y Leonel Aguirre Meza.

“Nos dio la audiencia el Gobernador y entonces él nos prometió cosas que realmente no ha cumplido. Él nos dijo que él sí nos iba a ayudar en la búsqueda. Primeramente se aventó un rollo de que nosotros como padres teníamos culpas. ‘Olvidémonos de culpas. Yo lo que quiero es que me ayude a buscar a mi hijo’. Aquí no estamos para que usted nos diga cómo debemos de ser como padres, porque en todo caso yo le diría a usted cómo debiera ser como gobierno y que no ha hecho nada”, narra el encuentro.

Para entonces, Sandra ya cargaba con una frustración y un coraje acumulados por tantos días de burlas, maltratos e indiferencias del Gobierno, que contrarrestaba por las noches, cuando le prometía al segundo de sus cinco hijos varones que lo buscaría hasta donde la fuerza le alcanzara.

“Le prometo yo a él estar bien. Yo le digo: ‘Hijo, perdóname si me doblo a veces, pero te necesito mucho. Pero te prometo’, le digo, ‘voy a estar bien, porque tú siempre me decías: dramas, no'”, comparte.

“Siempre así me lo decía él: ‘Por eso te quiero, porque eres bien fuerte, porque tú a todo le encuentras soluciones’. Es cierto, yo siempre le he encontrado solución a todo, pero para esto, sí ha llegado el momento que no encuentro ni para dónde darle, ya no sé qué es mejor pensar: vivir con la esperanza de que él está vivo o hacerme la idea de que él ya está muerto”.

“NO HACEN NADA”

Como muchas madres en México, Sandra Luz recorrió el camino tortuoso de las desapariciones forzadas en México hasta el día en que fue asesinada.

Desde la última vez que vio a Édgar se propuso verlo de nuevo, aunque sea muerto.

Peinó veredas y cerros, supuestos terrenos donde habría alguna fosa con el cuerpo de su hijo. Siempre acompañada de funcionarios que se movían por donde ella les indicaba porque se convirtió en la investigadora de su propio caso.

La primera vez que salió acudió acompañada de patrullas y rastreó entre los cerros, por las veredas, allá en el monte.

La segunda pidió a las autoridades que llevaran perros rastreadores y un trascabo para buscar estratégicamente donde vieran “algo raro”. La tercera vez regresó con el trascabo y  de nuevo escarbó en varios puntos.

CERO RESULTADOS

“No hacen nada”, cuestiona, “las promesas que han hecho no las ha cumplido, porque él [Gobernador Mario López Valdez] yo no sé a quién le debe o porqué es que él no actúa. No hace nada, porque para el gobierno las desapariciones es algo normal, es algo que pues ellos tienen la culpa, los muchachos. Imagínate todo lo que uno tiene que estar viviendo. Porque uno lo investiga, no porque digan ellos, ‘investigamos esto’. No. O sea, les da miedo. Les da miedo”, dice.

Desde que desapareció su hijo, Sandra Luz dedicaba sus días y noches a encontrarlo. Se ocupó en las ventas para poder tener el tiempo necesario para acudir a los plantones, a las oficinas de justicia.

La experiencia le cambió la vida 180 grados. Su matrimonio de 31 años se vino abajo. La paciencia ya no le alcanzaba para atender a su esposo, quien siempre leal la siguió hasta el día en que fue asesinada. Juntos aparecían en foros y manifestaciones, levantando pancartas con la imagen de su hijo.

“Es muy difícil”, expresa y luego le sigue un silencio prolongado y después un llanto que ninguno de los presentes puede consolar.

“Es muy difícil, porque aunque tenemos cuatro hijos más, varones, pues cada hijo es único, cada hijo es especial, cada hijo es diferente. Los ama uno a todos por igual, pero Édgar era diferente en todo a los demás muchachos, en todo. La manera de ser de él, muy buen muchacho, muy buen hijo, muy buen hermano, muy buen padre”.

La Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa tiene registrados 227 casos de desapariciones forzadas en Sinaloa, de 2006 a la fecha.

A pesar de ser un fenómeno que va en aumento, México no tiene una base de datos centralizada sobre personas desaparecidas y varios estados del país siguen sin tipificar este delito como tal.

Entre los principales obstáculos con los que se topan las madres de hijos desaparecidos está el  hecho de que es hasta después de las 72 horas cumplidas desde la desaparición, cuando los ministerios públicos pueden actuar.

La falta de coordinación entre las corporaciones, la dificultad para identificar restos y para exhumar cadáveres que terminan sin reconocer, son otros problemas.

“YA NO ME CONTESTÓ”

Sandra recuerda la última vez que vio a Édgar, justo afuera de su propia casa, a donde su hijo había llegado cerca de las 9 de la noche.

“Me dijo que no podía cenar porque tenía mucho qué hacer, pendientes en su casa. Me dijo: ´Mejor acomódame la cena para llevar’. Entonces sí le acomodé la cena, salí en ese rato para llevar a una nuera a su casa porque estaba lloviznando un poquito y traía un bebé”, recuerda.

“Yo salí y mi hijo todavía estaba ahí, salí a sacar el carro, pero como había varios carros afuera, mi carro me lo dejaron metido hacia una casa, no lo pude sacar, le dije a mi nuera, déjame pedirle las llaves a Édgar y me regresé, pero entonces vi que se fue. Llegó una camioneta igual a la de él, y una camioneta agarró hacia abajo hacia la avenida Patria y  otra camioneta hacia arriba, para mi eran iguales, dicen que eran diferentes pero yo las vi igual, color tintas las dos. Entro a la casa y veo que la cena no se la lleva, como que fue de repente de que a él le dijeron ´Vámonos´.

Entonces yo le marqué por teléfono y ya la llamada ya no entró a su celular, ya no me contestó.

Más tarde su consuegra le avisó que la casa donde vivía Édgar con su esposa y su hijo había sido baleada, al igual que su camioneta, la cual se encontraba ahí.

Al llegar toda la familia no encontraron ningún cuerpo. Se habían imaginado que dentro estaba Édgar muerto. Desde entonces empezaron las protestas, las reuniones de Sandra Luz en la Procuraduría de Justicia de Sinaloa, las denuncias públicas.

Sobre las investigaciones oficiales Sandra siempre advirtió nulos avances, pero siempre sacó sus propias conclusiones. Decía que el caso de Édgar estaba vinculado al de un amigo que fue asesinado y cuya madre convenció a su hijo para que vengara la muerte de su amigo.

“EN SUS MANOS ESTÁ AYUDARME”

Antes de concluir la entrevista, Sandra advirtió a sus hijos los riesgos que presentía ya. Les pidió no seguir sus pasos.

“Hijos, echénle ganas. Yo voy a seguir luchando, yo no voy a quedarme así, tengo que encontrarlo, lo voy a encontrar. Si me llega  pasar algo, pues ni modo, pero yo no puedo quedarme así sin hacer nada por su hermano. Sí les pido que no se metan para nada, ustedes tienen su esposa, sus hijos, y acuérdense que tenemos al niño que ahora no tiene a su papá (el hijo de Édgar), y que él lo extraña mucho. Es muy difícil”.

Al Procurador de Justicia de Sinaloa también le dejó un mensaje.

“Yo sé que en sus manos está ayudarme, Dios lo va a recompensar si me ayuda en eso, en encontrar a mi hijo. Últimamente se ha portado bien conmigo, y pues quiero pedírselo de todo corazón, que se sensibilice y que se ponga un poquito en la horma de  nuestros zapatos, porque esto de verdad es algo mucho muy angustioso, muy desesperante. Mi hijo es mi hijo y yo lo parí, y así sea el peor delincuente del mundo yo quiero y tengo derecho de saber de él”.

Sandra murió sin ver a su hijo de vuelta. Su caso se suma al de otras madres que han sido asesinadas durante la búsqueda incasable de sus hijos desaparecidos en México.

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